jueves, 15 de enero de 2015

El estado piadoso o los extraños caminos de la modernización

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El diario egipcio Ahram Online se abría ayer con un conciso titular: "Egypt's 'war on atheism'". El diario realizaba una entradilla sintética en la que explicaba el sentido del prolijo artículo: «While the taboo around atheism has weakened, state and religious authorities continue to treat it — and atheists — as a disorder, and even a threat to national security».*
A continuación el diario comienza con la historia de las vicisitudes de ser ateo en Egipto:

Ahmed Harqan, an Egyptian atheist who expressed his views on television, went to a police station in Alexandria to report that he and his wife were attacked on the street for his beliefs.
Instead of being seen as victims, Harqan and his wife found themselves handcuffed and physically and verbally assaulted by police personnel.
“They switched on the Quran and raised the volume, as if by doing so they were torturing us. They called us names and kept slapping us,” he told Ahram Online.
They were then moved to another police station where a prosecutor asked Harqan: “Are you a believer in God?”
“I’m here to complain and not for you to inspect my beliefs. I will not speak about [religion],” Harqan responded.
“You have to speak about [religion], even if it’s by force,” the prosecutor told him and refused to discuss the attacks on Harqan by strangers on the street and by the police.
Harqan and his wife were eventually allowed to file a police report against those who beat them on the street, but were unable to file a report against police personnel.
“We didn’t know any of their names, and their police colleagues refused to tell us their names,” he said.
Not all atheists are as lucky as Harqan in avoiding being charged with blasphemy. On Sunday, 11 January, 21-one-year-old student Karim El-Banna was given three years in prison for announcing his atheism via his Facebook account and for insulting Islam.*


El hecho de que sea Ahram Online —el diario oficialista de los regímenes egipcios— quien cuente esto y en estos términos es significativo. Apunta que la idea de "guerra al ateísmo" es más una cuestión mediática que de política real, aunque se encarga de relacionar los casos producidos y su aumento. Deja en suspenso que ese debate, no se ha planteado todavía oficialmente.  ¿Es solo una invención mediática? ¿Y en qué sentido, alentándola o denunciándola?

Creo que es esencial entender este juego de tensiones entre la calle y el poder para comprender lo que en la distancia no es más que un absurdo: Egipto se libra de una dictadura militar mediante una revolución para caer en manos de una religiosa mediante las urnas, de la que se libran mediante un "no-coup" para erigir un estado que persigue a los ateos, los abofetea y encarcela cuando van a denunciar que son agredidos por las calles. ¿Tiene sentido?
El artículo de Ahram Online es un largo recorrido por un movimiento que en vez de avanzar en las libertades individuales y la libertad de conciencia, considera que no ser religioso es una amenaza contra la "seguridad nacional" y crea dotaciones especiales de psicólogos, sociólogos, educadores, etc., para combatir "los peligros del ateísmo". 
Y todo esto se presenta, además, como una forma de combatir el extremismo de los islamistas (a los que se derrocó por islamizar la sociedad), el radicalismo del salafismo, la violencia del Estado Islámico, los peligros de Al Qaeda, etc. ¿Cabe mayor despropósito? Sin embargo desde su propia perspectiva les parece coherente. Ya no se trata de un grupo o secta, sino de la conversión del Estado egipcio en perseguidor de conciencias. Pero esta lógica coherente se desvanece en cuanto que traspasa las fronteras del contexto que las genera. Visto exteriormente no es más que un estado represivo que atenta contra los derechos humanos, que es lo que le han dicho, además de las Naciones Unidas a través de las 300 observaciones sobre la situación de los derechos humanos en Egipto, las organizaciones como HRW (Human Rights Watch) que se lo ha especificado con claridad. Esta organización relataba otro caso hace dos días, el del denominado "Café ateo":

(New York) – An Egyptian minor offenses court on January 10, 2015, sentenced a student accused of writing Facebook posts that insulted Islam to three years in prison. The sentence, one of several handed down on blasphemy charges in recent years, came amid a coordinated government crackdown on perceived atheists.
Authorities arrested the student, Karim Ashraf Mohamed al-Banna, with a group of other people at a café in the Beheira governate in November 2014, the Association for Freedom of Thought and Expression reported.
“Atheists are one of Egypt’s least-protected minorities, although the constitution ostensibly guarantees freedom of belief and expression,” said Sarah Leah Whitson, Middle East and North Africa director. “Egyptian authorities need to be guided by the constitution and stop persecuting people for atheism.”
Al-Banna’s sentencing is part of a wider government push to combat atheism and other forms of dissent. It came after police closed a so-called atheists café in downtown Cairo on December 14, and one of the country’s highest Sunni authorities issued a survey that purported to document what religious officials described as a worrying number of atheists in Egypt.**


Egipto vive en un estado de permanente contradicción entre lo que dicen sus instituciones y lo que se hace en ellas. Predica libertades que incumple o limita mediante restricciones que atentan contra la diversidad. El sistema legalista egipcio consiste en etiquetar como forma de exclusión. Primero se determina que son un "peligro para la seguridad nacional" y después, por su lógica, se persigue y detiene. Se limitan a cumplir las leyes, dicen. Pero son las leyes las que causan los problemas en su aplicación.
Para que esa persecución sea vista como un beneficio para la seguridad antes hay que estigmatizar a las personas haciéndolas responsables de todos los males habidos y por haber, que caiga sobre ellos las responsabilidades de destruir familias, arruinar estados, corromper naciones. Eso afecta, según los días, a ateos, homosexuales, feministas, etc. Todos los que tienen un discurso divergente del oficial.
Es necesario construir un discurso vociferante que los muestre como peligrosos, como plagas de las que hay que defenderse. De nuevo aquí el papel de los medios pasa a ser determinante. Hemos tenido estos días el infame juicio contra los detenidos en los baños de El Cairo acusados de "libertinaje". Formaba parte de la campaña, esta vez contra la "homosexualidad". Los jueces los liberaron porque no encontraron pruebas, algo que no había sido problema anteriormente, al dar por buenas las versiones de la policía justificando las detenciones. También, al igual que contra los ateos, todos los peligros llegan de ahí. Esta vez era la moral egipcia, su religión y el SIDA, lo que justificaba hipócritamente la participación esencial en la redada policial, al grabarla y difundirla, de la periodista Mona Iraqi.

Hemos tratado aquí en varias ocasiones esta cuestión pues es de capital importancia para muchas de las que se encuentran en cima de la mesa en estos momentos, una crisis global en la que vemos que existe un radicalismo al que se llama por su nombre y otro que se enmascara de discurso institucional, pero cuyos efectos prácticos son los mismos a largo plazo: la reducción de la libertad de las personas y su estigmatización por sus creencias.
Decimos que en Occidente ha sido posible desarrollar un sistema de libertades y de convivencia desde el momento en que se separaron las instituciones del estado de la religión. En el mundo islámico también han sido complejas las relaciones entre poderes civiles y religiosos, pero de otra manera. Lo poderes "civiles" no han sido los mismos que concebimos nosotros, ni los "religiosos" (una Iglesia) tampoco. En el mundo islámico el gobernante corre el riesgo de ser considerado un blasfemo permanentemente en función de las críticas que provienen desde cualquier punto del atomizado mundo del poder religioso.
Son los chiitas los que mantienen unificado el gobierno de los clérigos, los ayatolas, como personas verdaderamente capaces, desde la perspectiva de la ortodoxia religiosa, de guiar a la sociedad. Y no hay más camino que el religioso.
En el islam suní, el mayoritario, la cuestión es diferente y el liderazgo no se plantea desde un gobierno de clérigos pero sí desde el gobernante "piadoso", que es aquel que acepta el poder que le transmite la comunidad de creyentes para guiar al conjunto. La obediencia que le deben está en función de su seguimiento de las leyes coránicas. Alguien que no sigue esas leyes queda deslegitimizado, aunque le haya votado la mayoría de la población, puesto no es una cuestión de número de votos sino de fidelidad a la religión y lo que de ella se deriva, que es todo.
El gobernante depende, pues, de la percepción que del cumplimiento de la ley coránica y aplicación tengan los "fieles". Cuando un gobernante hace algo que los fieles perciben como un desvío, algo contra la religión y sus enseñanzas, inmediatamente se levantan las voces irritadas de cualquier clérigo en cualquier mezquita que lanza una fatwa contra él considerándolo un "enemigo del islam", que es el equivalente al "enemigo del pueblo". Esas condenas implican que sus seguidores quedan liberados de seguirle, que debe dejar de obedecerle. Piénsese en términos de lo que supondría declarar un gobierno o a su presidente como un "infiel", un apóstata, un desviado de la religión que arrastra al error a un pueblo entero. No hay que imaginar demasiado; basta con recordar asesinatos como el Anwar El Sadat.
De igual forma se entiende las reticencias de los islamistas a participar en las primaveras árabes por temor a que llevaran al poder a sus verdaderos enemigos, los "ateos", liberales, socialistas, demócratas, etc. Es decir, todos aquellos que tienen una concepción en la que la religión juega un papel distinto al que ellos proponen. Los islamistas nunca pueden ser demócratas, aunque puedan llegar al poder democráticamente; no reconocen los derechos de los demás en muchos ámbitos. Una vez llegados a él, irán desmantelando el estado hasta hacerlo manejable y acorde con su visión. No es otra cosa la llamada deriva autoritaria de Erdogan. Cuanto más apoyo electoral tiene más se radicaliza, es decir, cumple su programa de islamización social y de reducción del espacio de los otros.
La salida que se dio a las relaciones entre religión y estado fue el control, asimilándolas al estado, de instituciones como la Universidad de Al-Azhar. Esa fue la jugada de Nasser, que desplazó a los islamistas mandando a los Hermanos Musulmanes a la cárcel o al exilio y controló la institución, asegurándose de que respaldaba al estado. Para que el control de las instituciones religiosas funcione es necesario que la religión juegue un papel central.
En estos días complejos se ha producido una noticia que ha pasado prácticamente desapercibida en nuestros medios, pero que considero importante dentro de lo que estamos exponiendo. El día 11 de enero, el diario Egypt Independent (Al-Masry Al-Youm) traía una escueta noticia sobre una intervención del Ministro de Asuntos Religiosos egipcio:

At a meeting discussing the modernization of religious discourse on Sunday, Minister of Religious Endowments Mohamed Mokhtar Gomaa quoted the prophet as saying that God sends a scholar or a ruler every 100 years to modernize religion.
He said religious discourse can be modernized while keeping the basic constants and taking into account time and place, hoping that Egypt would modernize religion for the whole Islamic nation in collaboration with scholars and intellectuals of the Arab country.***


Esto se produce en el contexto de los atentados de París. Las palabras de Mohamed Mokhtar Gomaa adquieren un sentido preciso uniendo los discursos "anti extremismo islámico" y el refuerzo del papel de las instituciones. ¿Quién es ese "gobernante", ese "legislador", que renovará el discurso religioso modernizándolo, según las palabras del profeta? No hay que tener demasiado imaginación para entenderlo viniendo de un ministro religioso del gobierno actual.
Desde que se produjo la subida al poder de Al-Sisi, los signos para convertirse en ese "dirigente virtuoso" y no ser acusados de "faraones", es decir, un poder sin legitimidad religiosa, por lo antes señalado, son constantes. Desde el "sueño de Sadat" anunciándole que sería "presidente", como él mismo contó tras su llegada al poder a las distintas muestras atacando a los "enemigos de la religión", que quedan fuera de lo dispuesto constitucionalmente. Solo las tres religiones abrahámicas están amparadas por la ley. Todo lo demás está fuera de la ley y es peligroso. Eso hace que la única forma de manifestar su "piedad" sea perseguir ateos, grupo contra el que todos los demás grupos en Egipto están en contra, especialmente, musulmanes y cristianos coptos. Los judíos egipcios son caso aparte. La visita de Al-Sisi, la primera de un presidente egipcio, a la celebración de la misa de Navidad copta ha sido resaltada por todos los medios como una forma de integrar a todos los "creyentes" egipcios, cristianos y musulmanes, como una fórmula nacional-religiosa. Los ateos, es evidente, quedan fuera. De esta forma se ganan puntos ante la comunidad que aprecia el virtuosismo del dirigente y la solidez del estado en el nuevo régimen.
Pero el anuncio de esa llegada de un legislador modernizador profetizado para cada cien años por el ministro tiene las reacciones lógicas en aquellos que comprenden cuál es el sentido, la absorción del poder religioso por el Estado dejando fuera de las mezquitas a los predicadores no autorizados y supervisados por Al-Azhar. La necesidad de modernización, señalada por el ministro, no era más que un eco a lo señalado por el mismo Al-Sisi, que nos traía el mismo día 11 el Daily News Egypt con más extensión:

The president emphasised the importance of “correcting religious speech so that it is in accordance with the tolerant Islamic teachings”, which “should eliminate sectarian disputes and confront extremism and militancy”.
He stressed the need for a “religious revolution” to confront extremism. “It is illogical that the way of thinking, which this nation adopts, be the source of unrest, danger, and destruction all over the world. Here I don’t mean the religion, but its interpretation.”
This interpretation, Al-Sisi said, “has been followed for hundreds of years and has made enemies of the whole world.”
The three major Sunni Muslim institutions in Egypt have been supporting the Egyptian state in its efforts to reverse the spread of Islamic militancy, preaching the need to support the state and the current government or by addressing radical opponents of the government, such as the so-called “takfiri” elements.****


La estrategia elegida, creemos que hay pocas dudas, es el control de los extremismos no mediante una atenuación del mensaje religioso, sino mediante la intensificación del mismo cambiando la orientación. Egipto no avanza hacia la libertad de conciencia, sino hacia la religión de estado. Eso implica —es lo que vemos— que todos aquellos que no la compartan, ya sea por su extremismo religioso o por ser ateos, pasan a ser enemigos del estado, es decir, como se ha señalado expresamente: peligros para la seguridad nacional. Los ateos son un peligro, dicen, porque no creen en nada. Significan que no son carne de adoctrinamiento y control, que nadie se puede dirigir a ellos como autoridad. Gran error porque es excluirles de la "ciudadanía" y de su lealtad a un estado que les respete como miembros libres de la sociedad.
Los presupuestos religiosos que no entren en el nuevo diseño saben que serán los próximos en engrosar las cárceles o el exilio. De ahí se explica la reacción de los salafistas que es una buena muestra de lo que hemos explicado anteriormente:

In several different occasions, the ministry called members of ISIS “Kharijite”, as well as condemning its violent actions.
The term “Kharijite” is used by Islamic scholars to describe groups who go against religious leaders or traditional religious institutions. The term originated in the 8th century in Arabia, when it was used to refer to Muslims who rejected the leadership of the Islamic Caliphate of Ali ibn Abi Talib.
However, Al-Sisi’s call to renew religious discourse has sparked some controversy, especially among ultra conservative Salafi preachers and groups.
The Islamist political organisation Salafi Front condemned the speech, describing it as “an attack on Islam” that included many “insults” to the religion.
Even the former advisor to the Al-Azhar Imam, Salama Abdel Qawi, was critical of the speech. Abdel Qawi said on the privately owned channel Mekameleen that the speech was “a violation to the religious texts that have been present for years,” adding that whoever “denies any of the religion’s constants is an infidel, and should be asked to reconsider his thoughts.”****


Quedan aquí al descubierto esos movimientos por no perder el eje de la religión, el centro normativo y de obediencia. Desde el poder se llama “Kharijite” a los extremistas para separarlos de sus seguidores y actuar contra ellos legalmente, convirtiéndolos en enemigos de la religión. Y aquellos que se presentan como verdaderos defensores de la ortodoxia, los salafistas, consideran que se trata de un "ataque al islam" y de "insultos a la religión", que es la forma de hacer que sus piadosos seguidores se vuelvan contra el estado acusándolo de impío.
No debe olvidarse que en Egipto las elecciones que llevaron al poder a Mohamed Morsi las ganaron los Hermanos Musulmanes y los Salafistas de Al Nour con una muy amplia mayoría, Es dudoso que se hayan transformado todos en liberales o moderados.
Frente a las estrategias para conseguir el poder y demás cuestiones internas, la cuestión relevante frente al exterior es que el gobierno egipcio mantiene esa cruzada que atenta contra la libertad de conciencia, que es una aberración considerar a un ateo un enemigo del estado, y que es ridículo desarrollar planes "científicos" para combatir los efectos del ateísmo.
El final del artículo que comenzábamos citando de Ahram Online, después de sus análisis sobre la posible postura clara del presidente Al-Sisi sobre el ateísmo, y de recoger las declaraciones de defensores de los derechos de conciencia señalando la proliferación de casos y que no se trata de casos aislados, concluye:

But while it’s debatable whether or not the state is waging a war on atheism, there’s no doubt that society at large is still not willing to accept atheists among its ranks.
Student El-Banna, sentenced to three years in prison for blasphemy, was reported to the police by his own father, which is not an unusual phenomenon, as most blasphemy cases are reported by family members and neighbours.
Meanwhile, Harqan has had to move homes three times since his public announcement. “I get many threats on the phone … some people identify me on the street, but I deny my true identity. I give a different name, and I say I just look like him, so they won’t attack me.”*


Pocas veces ser revela de forma tan brutal lo que es el orden del patriarcado y su funcionamiento en todos los ámbitos, político, familiar y religioso. Es la triple fusión del totalitarismo: quien cuestiona o desobedece a padre, líder y religión está fuera. El hecho de que haya sido el padre quien denunció a su hijo es revelador del funcionamiento del poder, que va de la casa al gobierno y la mezquita en una línea de la que alejarse significa condena y ostracismo social. Ahmed Harqan, el ateo detenido cuando intentaba presentar una denuncia en comisaría por ser agredido en la calle, tiene que cambiar de nombre y de domicilio. El estudiante detenido en el "Café ateo" fue denunciado por su propio padre. Y se nos dice que no es inusual, que son las familias las que denuncian muchos casos.
La pregunta que queda en el aire es qué sentido tienen en este contexto hablar de "libertades", "modernización", "renovación", lucha contra el "extremismo", etc., que pueblan los discursos mediáticos egipcios. Por esta vía, además, no se excluyen los peligros del terrorismo, que surgen de la misma intolerancia que se practica aquí bajo pomposos eufemismos. Lo que sí se consigue es que una parte de la sociedad siga viviendo una doble vida, fingiendo; se consigue también que aquellos que desean vivir más libremente se marchen y no vuelvan, en busca de lugares en los que poder levantarse sin miedo.
La respuesta al islamismo terrorista no puede ser un islamismo de estado en el que solo se siente seguro el que no discrepa. Fortalecer al esta mantenerlo en guerras constantes contra todo no es un buen camino. La labor debe ser abrirse a la convivencia y a la tolerancia de lo que es diferente, fomentar ciudadanos que tengan ideas diferentes pero un objetivo común, el progreso del país. Los países progresan por las libertades, por las ciencias, por la convivencia, no por convertirse en sistemas cerrados, represivos, monocordes, en los que la divergencia es penalizada.
Así solo se hará cada vez más difícil el diálogo con un mundo que no entiende que a estos planteamientos se les llame "modernización".


* "Egypt's 'war on atheism'" Ahram Online 14/01/2015 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/120204/Egypt/Politics-/Egypts-war-on-atheism.aspx
** "Egypt: 3-Year Sentence for Atheist" Human Rights Watch 13/01/2015 http://www.hrw.org/news/2015/01/13/egypt-3-year-sentence-atheist
*** "Minister of Religious Endowments: A ruler can modernize religion" Egypt Independent 11/01/2015 http://www.egyptindependent.com/news/minister-religious-endowments-ruler-can-modernize-religion
**** "Religious Endowments minister vows to ‘renew religious discourse’" Daily News Egypt 11/01/2015 http://www.dailynewsegypt.com/2015/01/11/religious-endowments-minister-vows-renew-religious-discourse/





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