lunes, 26 de enero de 2015

Un lugar para recordar

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El Daily News Egypt nos ofrece una impresionante foto, firmada por Mahmoud Mostafa, que le sirve de ilustración de lo ocurrido ayer en las calles de El Cairo. Nos muestra una de las calles que se dirigen hacia la Plaza de Tahrir, la calle Qasr Al-Eini. Lo que más impresiona es el vacío. Es un escenario en el que una solitaria figura se dirige hacia las puertas, pintadas con la bandera egipcia, que impiden el acceso a la plaza.
Es esa solitaria figura la que permite dar el tono fantasmagórico al espacio. Nadie a la vista, un escenario fantasmal. Solo la determinación de un hombre que camina convertido, gracias al arte fotográfico, en la imagen de la determinación. Da igual que doblara en una esquina o que se quedara en un portal. La imagen es la imagen. Es un hombre solo que se dirige hacia un muro pintado con los colores de la bandera egipcia. No hay nada más en esa imagen; solo lo que nosotros, espectadores, aportamos con nuestra experiencia. Entre esa foto y nosotros se encuentra la Historia y su recuerdo. Es lo que nos permite dar sentido a ese caminar decido, absurdo, hacia un "castillo" kafkiano.


Desde las páginas de Mada Masr, el profesor de Sociología  de la Universidad de Illinois y prominente analista político de Oriente Medio, Asef Bayat, de origen iraní, entona una explicación de la triste evolución de los acontecimientos en estos cuatro años:

Things in the Middle East usually appear far worse than they really are when looked at from the outside. But  on my recent visit to Egypt — as I talked and listened to people, watched local television, read daily papers and made observations  — it became clear that revolutionaries were going through painful times. A deep disenchantment seemed to color the sentiments of many who once held high hopes for their remarkable revolution, but now have to face the vulgar triumphalism of the counter-revolution airing from what looked, not long ago, like an independent media.


Sí, son tiempos de dolor. No solo el de las muertes o encierros, sino el desesperante de la frustración. El duelo oficial por la muerte del rey de Arabia Saudí ha librado a muchos de tener que escuchar panegíricos absurdos de la revolución inconclusa que todos reivindican pero cuyo espíritu es ignorado. Incluso —es la astucia— se ha aprobado una ley que "protege" el buen nombre de ambas "revoluciones", la del 25 de enero y la equiparada del 30 de junio, la que produjo el derrocamiento de Mohamed Morsi y la expulsión de los Hermanos Musulmanes del poder y del país. Hay que ser dueño de las palabras, como hay que ser dueño de calles y plazas. Hay que evitar que se dispute la propiedad de los símbolos.
Después de la Revolución del 25 de enero, han sido varios los intentos de apropiarse de lo que ocurrió en la Plaza. Ha sido un espacio simbólico del que era fundamental la apropiación y gestión. Lo intentaron los islamistas cuando trataban de convertirse en los imposibles dueños de algo que no habían comenzado y que trataron de eliminar. A muchos jóvenes miembros de la Hermandad de entonces se les exigió escoger entre su generación y la de los líderes. Recuerdo los debates sobre la obediencia y las amenazas de los jóvenes que se resolvieron alejándose de esos férreos patriarcas, de esos hombres piadosos de mano firme y sentido de la Historia.


En otro artículo de Mada Masr, Yasmine El-Rifae, bajo el título "Unauthorized Memory" se pregunta dónde es posible manifestar el dolor por la Revolución. Lo hace tras la muerte de la activista socialista muerta ayer por un disparo cuando intentaban llegar a Tahrir a depositar flores en recuerdo de los que murieron allí:

Where are we to mourn, to remember?
The place where Shaimaa was killed for trying to remember the lives of others who have fallen is now off-limits. There are tanks and barbed wire barriers and hundreds of thousands of police and state security, many of them dressed in black face masks and combat boots, like gunmen in a bad film or, I suspect, many nightmares.
The gunmen and their bosses have made it clear that unauthorized memory will not be tolerated. Neither will grief. Public language, thought, and opinion is either legal or illegal, patriotism or treason.**


Shaimaa El-Sabagh, la víctima de ayer, iba con flores a recordar a los muertos en Tahrir. No tenían muchas más pretensiones. Pero ese muro que nos mostraba la fotografía, esas puertas que cierran calles y plazas, pintadas con los colores de la bandera de Egipto, no permiten ni el paso de las personas ni el de los recuerdos.
Ayer coloque una de las ilustraciones de la entrada del blog en mi página personal de Facebook. Quería rendir mi homenaje particular al acontecimiento que hizo despertar mi interés por el Egipto moderno y no por sus ruinas. Había conocido y estimado a los jóvenes en mis visitas anteriores a la Universidad de El Cairo y tenía buenos amigos y compañeros con los que había trabajado en proyectos de investigación. Interesarme por Egipto era hacerlo por ellos, demostrarles que me importaban ellos y su futuro. De los cientos de miles de fotografías que existentes, de los cientos que guardo, me decidí por una que para mí representaba el espíritu de Egipto. Al contrario de la foto de ayer, aquella nos mostraba a los jóvenes en las tareas de limpieza de la Plaza y las calles en las que se habían desarrollado las batallas previas a la caída de Mubarak. No elegí los enfrentamientos, los combates; no elegía las banderas triunfales o los gritos eufóricos. Me decidí por la sencilla tarea de barrer las calles, por la humildad de lo que hay que hacer frente a la demagogia o la retórica grandilocuente. Levantar un país necesita de humildad, del trabajo de todos y cada uno; no se hace con mesianismos salvadores.


Pero todo se fue torciendo. Los discursos iban por un camino y los hechos por otro. Ya no se trataba de hacer la revolución, sino de aprovechar su nombre, introducido ahora en los discursos oficiales. El poder real seguía incólume. Como sabe el buen pescador, a las mejores presas hay que soltarles el sedal para que crean que no han sido atrapadas; ya se debilitarán.
Asef Bayat recurre a Hegel y su fenomenología y a Antonio Gramsci. No es necesario llegar a tanto. Yasmine El-Rifae se pregunta algo más sencillo y comprensible: ¿dónde podemos manifestar nuestro dolor por los muertos sin morir en el intento? ¿Donde dejar las flores que testimonien que el sacrificio de los que cayeron no fue inútil, que siguen recordados?


* Asef Bayat "Revolution and despair" Mada Masr 25/01/2015 http://www.madamasr.com/opinion/revolution-and-despair

** Yasmine El-Rifae "Unauthorized memory" Mada Masr 25/01/2015 http://www.madamasr.com/opinion/unauthorized-memory





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