sábado, 1 de abril de 2017

Los jueces de la calle

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Muchos egipcios se muestran extrañados cuando se dan los indicadores internacionales de la situación de las mujeres. Cuando ven las listas y sus posiciones en los últimos lugares se inquietan porque su visión de sí mismos no coincide con lo que les muestran los datos. Su autoestima sufre cuando sus aspiraciones a la modernidad se contrastan con lo ocurrido en casas y calles.
La prensa egipcia recogía ayer, a través del diario Ahram Online —y tomado de este por Egyptian Streets— uno de esos acontecimientos con los que quedan en evidencia los discursos y los autorretratos. Con el titular "Six men arrested in Egypt's Sharqiya after mob harasses woman" vuelve a la prensa otro incidente masivo de ataque sexual a una mujer en plena calle. Muchas veces pensamos que los ataques sexuales se producen en oscuras esquinas, tratando de evitar las miradas. No es este el caso. No cuenta el diario estatal:

Security forces in Egypt's northern governorate of Sharqiya have arrested six people after dozens of men reportedly sexually assaulted a woman on Thursday, Al-Ahram Arabic reported.
The woman was wearing short clothes as she returned home from a wedding party in the city of Zagazig when dozens of men gathered around her and assaulted her.
Police fired in the air amid a state of pandemonium to disperse the crowd around the woman, who was then taken to a local police station.*

Los tres párrafos reflejan una forma de entender el caso. Comienza con el arresto de seis personas entre decenas (las fotos muestran bastantes más); le sigue un segundo párrafo en el que se describe la vestimenta de la mujer, unos "short", la procedencia (una fiesta de una boda); finalmente se nos explica que la Policía tuvo que disparar para dispersar a la multitud y permitir refugiarse a la mujer en el comisaría. Estos tres párrafos concluyen con una sentencia que sirve de bisagra con los posteriores: "Sexual harassment and violence has been rampant in Egypt for a number of years." Tras esto, cierre y apertura, se desgranan los datos:

According to a 2013 UN study, sexual harassment affects 99 percent of Egyptian women and usually increases in crowded areas during holidays.
In April 2014, the Egyptian government criminalised sexual harassment, issuing a law commended by the United Nations which punishes assaulters with at least six months in jail and a minimum fine of EGP 3,000.
A parliamentary committee in January approved a draft bill pushing for tougher penalties than those in the existing law.
In July 2014, an Egyptian court sentenced nine men to between 20 years and life in prison for sexually harassing and assaulting women during celebrations for President Abdel-Fattah Al-Sisi's inauguration the previous month.
They were the first lengthy sentences of their kind since El-Sisi vowed to crack down on widespread sexual assaults and the government's criminalization of sexual harassment.
In January, two low-ranking police officers were sentenced to seven and ten years in prison for sexually assaulting a young woman after kidnapping and arresting her without a prosecution order in an incident that dates back to 2015.*


La prosa casi administrativa del artículo solo da un detalle entre todo el conjunto de datos: la vestimenta, los pantalones cortos. Todo lo demás es alejarse del hecho y traer el caso la amplitud de los mismos, las medidas aprobadas y algunas informaciones sobre acciones y condenas, curiosamente, la condena que se menciona es a dos agentes de Policía que secuestraron y "arrestaron sin una orden" a una joven. ¡Extraña forma de describir los hechos!
Si leemos la misma noticia en Egyptian Streets el único medio en que lo hemos visto, encontramos rápidamente matices de interés:

At least six men have been arrested after an incident of collective assault and harassment of a woman in the lower Egyptian city of Zagazig.
According to state media Al-Ahram, dozens of men had surrounded a woman who was returning home from a wedding. The woman was then insulted, harassed, and assaulted by the men, reported Al-Ahram.
A passerby immediately reported the incident to rapid intervention forces, resulting in police men attempting to break up the collective harassment. However, the groups of men responded violently, forcing police to fire multiple warning shots before. Police eventually managed to reach the woman and take her to safety.
In statements to Al-Ahram, security sources said that six young men have been arrested for their involvement in the mass-assault. One man has already been identified by the victim as a perpetrator. Police expect to make more arrests on Friday after interrogations are complete.**


Nos dan la información calificando el hecho de "asalto y acoso colectivos". No hay referencia al vestido de la víctima —volveremos sobre esto— y, especialmente, da cuenta de la reacción violenta de los asaltantes, algo que no menciona Ahram Online es sus páginas. Los disparos, como se señala, no fueron para disolver a la gente, sino para repeler el ataque que la Policía sufrió al intentar rescatar a la mujer.
La mujer, se nos dice, fue "insultada", "acosada" y "asaltada", una secuencia perfectamente clara del acontecimiento. La vieron pasar y la insultaron, la siguieron y finalmente la asaltaron. La excusa, claro está, la vestimenta, esos "pantalones cortos" que llevaba y que desataron la furia indignada de los virtuosos asaltantes.
Recordemos algunos casos que hemos tratado aquí. Me viene a la memoria la joven estudiante insultada y acosada por sus compañeros universitarios —Facultad de Derecho— en la Universidad de El Cairo. Gracias a que los virtuosos no solo la siguieron acosándola, sino que también lo grabaron con sus teléfonos, el proceso se vio claro. Fueron los vigilantes de la universidad los que la escoltaron protegiéndola y la Universidad emitió una nota diciendo que la joven había entrado con una vestimenta inadecuada burlando los servicios de seguridad de la puerta. La responsabilidad era de ella. Ellos, los acosadores, no eran más que el brazo físico de la moral social.
Otra noticia de la que dimos cuenta fue el infame ataque que desde el programa de televisión al que había sido invitada se hizo contra una víctima. Ahram Online lo recordaba en julio pasado con motivo de otro caso:

Last February, TV presenter Reham Saeed was sentenced to six months in prison, pending appeal, for defaming a sexual assault victim on her TV show in 2015.
Saeed was also fined EGP 10,000, but can still appeal the sentence.
Saeed criticised a guest on her show who was a victim of sexual assault for dressing "indecently," implying that she was to blame for the attack.***


La vestimenta, una vez más, es el elemento que justifica el ataque. La calle es un tribunal en el que la mujer es acusada, juzgada y castigada según el criterio de sus amos. La calle es un espacio público masculino en el que la mujer debe volverse invisible bajo pena de asalto.
¿Cuál es el objetivo de ese asalto en casos como este? Es un equivalente de la lapidación, es una condena pública que estigmatiza a la mujer, a la que se considera responsable única del ataque. Es su vestimenta o su comportamiento lo que justifica la actuación. El asalto es la justicia callejera, más justa que la que los tribunales administran.
La rivalidad entre la justicia del estado y la norma social, que tiene valor jurídico consuetudinario se presenta no como un acto de violencia sexual sino como una respuesta adecuada al desafío presentando por la mujer.
Lo que hizo la infame Reham Saeed fue contar con ese valor de la justicia callejera y trasladarlo a un plató de televisión para ampliar la base popular del tribunal. Se apoderó del teléfono móvil de la víctima mientras ella estaba en el plató y dio salida a sus fotos personales para mostrar ante el público que el ataque había sido consecuencia de sus hábitos.


El ataque a la mujer de la ciudad de Zagazig, en el bajo Egipto, es una muestra más de quiénes son los amos de la calle, quiénes son los jueces inmisericordes que tienen en sus manos los destinos y la vida de las mujeres.
El texto que recordaba el caso de Reham Saeed se sacaba a colación tras un intenso debate social sobre una caricatura aparecida en el diario Al-Masry Al-Youm. Ahram Online lo resumía así:

Egyptian daily Al-Masry Al-Youm apologised on Sunday following a backlash on social media for a cartoon it had published on sexual harassment.
The cartoon shows a man proposing to a woman while asking her father to be thankful for the offer after “half of the young men in the neighbourhood sexually harassed her during Eid.”
The cartoon was slammed by activists online for what they said was the punishing of victims of sexual harassment.
In its apology, Al-Masry Al-Youm affirmed its "commitment to condemning this crime and fighting it by all means possible," adding that it rejects "stigmatising the victim."
Although a chronic problem in Egypt, sexual harassment and assault is more frequently reported during holiday seasons, when large crowds take to the streets. It typically surges during the three-day Eid holiday that marks the end of Ramadan.***

Si se puede acusar de algo a la viñeta publicada es precisamente haber dejado al descubierto el núcleo candente de la hipocresía social: la devaluación de la mujer tras el asalto. Ese es el objetivo real de la publicidad del ataque, la degradación de la mujer y de la familia que ha "consentido" que su hija salga a la calle de una manera "llamativa".
Es sorprendente la ceguera de muchos ante el origen de los propios vicios sociales en este caso. Lo que la viñeta buscaba no era la degradación de la mujer acosada, sino mostrar cómo con esa degradación pública se arrastra a la familia, verdadera responsable. No hay individualidad de la mujer.


Cuando los militares hacían exámenes de virginidad a las manifestantes en Tahrir en 2011, lo hacían en el nombre de sus padres, para proteger a las familias asegurándoles que sus hijas no habían bajado su valor en el mercado del matrimonio. Era una forma de disolver las concentraciones de mujeres a través del miedo de los padres. El diputado que recientemente ha pedido que se hagan exámenes de virginidad antes de entrar en la universidad, también lo hacía en nombre de las familias para así, decía, evitar el matrimonio urfi (nikah urfi), que se hace a espaldas de ellas. Las familias tienen que proteger el "valor" de mercado de sus hijas, algo que servirá para emparentar adecuadamente.
La viñeta no degradaba a la mujer, siempre víctima en estos casos; simplemente mostraba con toda su dureza la visión social que la convierte no solo en "víctima" sino en "reo", en persona culpable y, por extensión, a sus familias.
La mujer que ha sido acosada o atacada —se razona socialmente—, lo ha sido por su conducta o vestimenta inadecuadas. ¿Quién se arriesgará a tomarla en matrimonio?, se pregunta el virtuoso. Eso limita las posibilidades de emparentar bien. Es la base de la familia en las sociedades patriarcales en las que el "honor" se mantiene con vigilancia sobre sus miembros. Analizamos con detalle este caso en "La mujer devaluada" [ver post].


La tiranía callejera tiene su función: instaura el miedo en las mujeres y en las familias "responsables". Disfraza de virtud y justicia lo que no es más que vileza y agresividad sexual, frito de la hipocresía y la represión.
Los que criticaban la viñeta de Al-Masry Al-Youm deberían criticar lo que la sociedad, de forma callada, practica. Cuando el periódico Ahram Online ha descrito la vestimenta de la joven insultada, acosada y agredida, está estableciendo un nexo causal (y moral) entre la mujer y lo que le ha hecho. En la medida en que se "explica", se justifica o muchos lo encontrarán razonable.
Así lo hizo una de las cuatro diputadas islamistas electas en el parlamento de Mohamed Morsi, durante el gobierno de los Hermanos Musulmanes. Cuando le dijeron que si iba a defender a una mujer en un caso similar, contestó diciendo que estaba donde no debía, que debería estar en su casa bajo la protección de sus "guardianes" legales.
La calle no es un espacio público; es un espacio masculino que la mujer transita si sigue las normas y esas normas son cada vez más cerradas en una sociedad en involución polarizada. Mientras unos se han vuelto competitivamente tradicionales y conservadores, otros intentan traer a Egipto un poco de modernidad a costa de mucho sufrimiento y riesgo. El cambio se penaliza.


Podemos pensar que son muchedumbres sin educación. Tremendo error. Son masas virtuosas, defensoras de una moralidad pública, como quedó en evidencia entre los futuros abogados, fiscales y jueces que acosaron a su compañera o como quedó claro en el infame programa de la justiciera Reham Saeed.
La mentalidad callejera no está disociada de la que existe en los principales centros del país, como ocurre en el propio parlamento.  Las iniciativas de Elhamy Agina, tanto para que las mujeres se dejen mutilar genitalmente en favor de un "hombre egipcio poco resistente" y de las pruebas de virginidad para el acceso a la universidad, tuvieron más respaldo. Otro de los diputados las hizo suyas defendiéndolas ante la opinión pública. Cairo Scene lo recogió:

Just as Egypt’s National Council for Women filed a formal complaint today against parliamentary member Elhamy Agina over his call for virginity tests in Egyptian schools, another member of parliament, Yousry Al Moghazy, appeared in defense of the initiative.
“In order to safeguard the country and our children and prevent prostitution, there has to be [virginity] tests,” said Al Moghazy, who suggested he did not understand the public uproar the ‘initiative’ has sparked.
Originally from Daqahliya, Al Moghazy said he backed Agina’s initiative in an interview with Parlmany, as he attempted to ridicule girls in schools who dress like “belly dancers, not students,” while he suggested tests be conducted not only in universities but also technical schools. “Girls need to know they can be subjected to the test any day,” he asserted, triggering scandal once again.   
“For sure if a girl is subjected to a [virginity] test, she would avoid any wrongdoing because she would know the test will embarrass her in front of her parents,” said the Member of Parliament, adding that the practice is performed in other countries and should be legalised in Egypt.****


Es difícil encontrar una teoría patriarcal mejor definida en tan pocas palabras. Los que se escandalizaron por la viñeta del Al-Masry Al-Youm debería escandalizarse por el destino de sus votos o, quizá, alegrarse de que por fin alguien ha recogido el pensamiento callejero y lo ha llevado hasta las más altas esferas.
Es difícil, de nuevo, encontrar una definición de la violencia contra las mujeres en un sentido institucional. Esta violencia es la que define a la mujer como ser peligroso, como propiedad rebelde, como apéndice poco confiable del hombre, su dueño y vigilante para evitar que el caos, la degeneración y el pecado se extienda por la tierra. La que viste de otra forma es una prostituta; todos hacen justicia al perseguirla y agredirla. Se trata, se justifica el discurso virtuoso, de evitar que el mal se extienda por las calles, por el país, por el mundo. ¿De qué país habla, de Arabia Saudí? ¿Es el modelo de la modernidad egipcia?
Egipto debería analizar lo que está creciendo en sus calles y escaños. No hay islamistas oficiales; pero el ultraconservadurismo contra la mujer está más allá de los partidos.


Aunque se aumenten las penas y los discursos sobre su maldad, es difícil desmontar un pensamiento que se ha adueñado de la calle. Muchos cuentan los días que falta para que lleguen los momentos propicios para el acoso, Ramadán y el Eid. La masa se abalanza sobre cualquier mujer que quede aislada. Entonces se ven las reales diferencias entre los que tratan de llevar a su país hacia el futuro y los que se regodean en esa falsa virtud callejera.
Hay voluntarios que recorren las zonas en las que saben que se va a atacar a las mujeres para tratar de protegerlas de estas masas virtuosas, sedientas y reprimidas. Ellos mantienen sus esperanzas. Saben a lo que se enfrentan, a un futuro desolador. Las cifras son tan apabullantes que no se pueden esconder; sí se pueden, en cambio, ignorar. Eso hace la mayoría que lo apoya; considera que es una forma de regulación de la virtud y que de esta forma la sociedad se mantiene firme en sus principios. El acosador, un perturbado reprimido, puede considerarse como un vigilante moral.
Como tituló la publicación Vice News, Egipto necesita algo más que una ley para acabar con el acoso. Necesita también menos padres de la patria bocazas. 


* "Six men arrested in Egypt's Sharqiya after mob harasses woman" Ahram Online 31/03/2017 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/261988/Egypt/Politics-/Six-men-arrested-in-Egypts-Sharqiya-after-mob-hara.aspx
** "Dozens of Men Sexually Harass, Assault Egyptian Woman Returning from Wedding" Egyptian Streets 31/03/2017 https://egyptianstreets.com/2017/03/31/dozens-of-men-sexually-harass-assault-egyptian-woman-returning-from-wedding/
*** "Egyptian newspaper apologises for sexual harassment cartoon after social media backlash" Ahram Online 11/07&2016 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/0/232942/Egypt/0/Egyptian-newspaper-apologises-for-sexual-harassmen.aspx

 **** "ANOTHER MP SUPPORTS VIRGINITY TESTS IN SCHOOLS TO STOP GIRLS FROM DRESSING “LIKE BELLY DANCERS”" Cairo Scene 3/10/2016  http://www.cairoscene.com/BusinessAndPolitics/Another-MP-Supports-Virginity-Tests-in-Schools-to-Stop-Girls-From-Dressing-Like-Belly-Dancer

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